El pasado 27 de noviembre, durante la sesión de clausura de la Segunda Cumbre Mundial de Turismo Sostenible, se proclamó en Vitoria-Gasteiz la Carta Mundial de Turismo Sostenible. Al acto acudieron más de 200 profesionales del turismo sostenible y cerca de 50 expertos a nivel internacional.
El pasado 27 de noviembre, durante la sesión de clausura de la Segunda Cumbre Mundial de Turismo Sostenible, se proclamó en Vitoria-Gasteiz la Carta Mundial de Turismo Sostenible. Al acto acudieron más de 200 profesionales del turismo sostenible y cerca de 50 expertos a nivel internacional.
“Ha crecido el turismo en el mundo y también lo ha hecho el concepto de sostenibilidad. El viaje iniciado hace 20 años, en Lanzarote, tiene su continuidad en Vitoria-Gasteiz. Nos hemos detenido y reunido; ha sido necesario repensar y debatir para actualizar la Carta Mundial del Turismo”, señaló en su intervención el Lehendakari, Iñigo Urkullu Rentería.
Entre los compromisos adoptados para el ámbito mundial está “la necesidad de preservar el patrimonio común y promover la cultura de la paz; fortalecer la alianza entre turismo y biodiversidad, redefinir la industria turística ante el cambio climático, promover la participación de las comunidades locales, y trabajar en la innovación y la visión inteligente del turismo”.
“Esta nueva Carta considera al turismo como la primera industria del mundo. Un factor esencial de desarrollo cultural, social y económico de los pueblos”, afirmó Urkullu tras rubricar el compromiso de Euskadi con el turismo responsable. “Es la misión que compartimos: un turismo en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, trazados en la Cumbre de Naciones Unidas este año”.
El desarrollo del turismo en Euskadi “tiene un compromiso con las personas”, una idea que se aplica “al turismo de calidad y cercanía, y el turismo como experiencia de vida compartida”. Un compromiso que lleva a recordar al Lehendakari que Donosti es la Capital Europea de la Cultura 2016.
20 años
La Unesco, la Organización Mundial del Turismo (OMT) y la Comisión de la UE se reunieron, en 1995, en Lanzarote, concretamente en Los Jameos del Agua (obra del arquitecto César Manrique). Dos años antes, esta sede había sido declarada Reserva de la Biosfera. Una amplia representación de los actores que intervienen en la industria, que ya hablaba de turismo sostenible desde un lustro atrás, concluyeron en la primera Carta Mundial de Turismo Sostenible.
El documento, que recoge los 18 preceptos básicos para adherirse al turismo responsable, abría la puerta a la creación del Instituto de Turismo Responsable (ITR) como entidad destinada a la certificación internacional de destinos, entidades y territorios que adquieren tal compromiso. Un certificación que, como indicaba el Presidente del Instituto, Tomás de Azcárate, debía asegurar a los turistas no sólo el cumplimiento de unos requisitos de sostenibilidad medioambientales, de protección cultural y socioeconómicos, sino también una garantía de autenticidad capaz de poner en valor en el mercado la sostenibilidad de los productos turísticos de los destinos y alojamientos que se certificaran.
Dos décadas después, y en un momento en el que la proyección de la industria es imparable, más de 200 técnicos especializados han rubricado en Vitoria-Gasteiz la nueva Carta Mundial de Turismo Sostenible, en una cumbre internacional en la que se ha analizado la conservación del patrimonio, la relación entre turismo y biodiversidad y el cambio climático, la importancia de las comunidades locales y la innovación inteligente.
Para el profesor Jordi Ficapal es el momento de “generar un valor público con políticas dirigidas al retorno de los beneficios hacia la población, porque los ciudadanos se hacen preguntas y reclaman políticas más distributivas. La industria turística tiene que trabajar en una ocupación más estable, de mayor calidad, con menor temporalidad, a la vez que en la mejora de las infraestructuras y la ordenación urbanística”.
Es decir, que la compensación que reciban los residentes en un territorio turístico tiene que ser proporcional al volumen de negocio que genera. “Porque ya no funciona un modelo de gobernanza vertical; hoy los ciudadanos reclaman participación, una gobernanza en red que sume gobierno, mas mercado, mas ciudadanos, que interactúan en pos de un beneficio común”, expone Ficapal.
Cercano a esta idea se muestra el naturalista Joaquin Araújo: “La solución es que los propósitos de los poderes pasen porque ellos dejen de ser poder; por una reducción del consumo en lo que tiene que ser la austeridad voluntaria. Para ello el ciudadano necesita mucha información humanística y técnica, y sensibilidad ante la actual demolición de la naturaleza”.
“La asignatura pendiente de la sociedad es reconocer que necesitamos lo que estamos destruyendo. Nosotros, cada uno, somos la solución a esta destrucción, no podemos esperar a que otros lo arreglen; tenemos que disminuir el consumo de energía, racionalizarla y consumir productos de temporada”, dice Araújo. A lo largo de su vida, ha plantado cerca de 25.000 árboles. “He comenzado esta temporada en la que preveo plantar 500”.
Todos y todo cuenta
Paralelamente, Peter Claësson, de Indigo Travel & Events, informa de los 18 proyectos que desarrollan en América Latina, Asia y África. “Capacitamos a profesores de las escuelas rurales, para que eduquen a sus alumnos en el cuidado de la naturaleza, de su entorno”.
Las 500 escuelas que participan en los programas de Indigo “son una plataforma magnífica para el ecoturismo”, explica Claësson. A través de distintas iniciativas, “los alumnos se convierten en embajadores, en auténticos naturalistas que difunden la preservación de su entorno como fuente de riqueza local”.
“El turismo es un sector muy importante, que tiene posibilidades de poner en práctica proyectos sostenibles. Y nosotros buscamos alianzas con empresas turísticas dispuestas a implicarse en el Proyecto Árboles. Los que intervienen obtienen beneficios a través de la capacitación en ecoturismo, conocimiento del medio ambiente y el fijar población”.
En 48 horas, la Cumbre Mundial de Turismo Sostenible ha aglutinado visiones, proyectos, trabajos, programas de buena parte del mundo. Dos sesiones, 26 y 27 de noviembre, que han emocionado, porque se han removido conciencias, se plantean alternativas y llevan a la reflexión de lo mucho que se ha trabajado y lo mucho que queda por hacer.
La idea común es que hay que trabajar en la misma dirección: el respeto y la sostenibilidad, cada uno con sus singularidades y todos con la guía común que recoge la Carta Internacional de Turismo Sostenible 2015. El reto está servido: avanzar en los próximos cinco años más que en los últimos 20, con actuaciones más decididas, más eficaces, dirigidas a un turismo de todos y para todos.
La interacción cultural entre visitantes y residentes supone un enriquecimiento mutuo, un valor añadido que circula libremente por el mundo, sin tasas, amparado en la solidaridad. Y solidaridad es lo que pide la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (Fapmi).
Buenas prácticas
Su presidenta, Juana López, explica, en la cumbre, “el proyecto para la prevención del turismo sexual infantil. Se trata de un código elaborado para empresas turísticas, firmemente decididas a erradicar esta lacra social. Las entidades que suscriben este código, reciben un certificado en el que se comprometen a poner en práctica un código de buena conducta”.
La presidenta de Fapmi, informa de que “en España el 20% de las redes de trata de mujeres, son niñas menores de edad. Somos un país destino para millones de turistas, donde las redes han arraigado”. Detectar y erradicar estos negocios, tan internacionales como ilegales, es una prioridad para esta federación formada por 10 asociaciones nacionales.
Buenas prácticas de conducta, respeto al entorno, interacción cultural, mejorar en calidad, preservar el patrimonio, elaborar nuevos productos vinculados a las poblaciones autóctonas, reducir el consumo energético y la huella de CO2, redistribuir la riqueza y educarnos en la sostenibilidad, son un amplio conjunto de intenciones que reclaman la inversión pública y privada con la urgencia de saber que el tiempo juega en contra.
Muchos actores de la industria ya han apostado por el Certificado Biosphere, que tiene presencia en 20 países como en los fiordos noruegos, Huangshan, China, o el delta del Okavango, en Botswana. Biosphere ha certificado destinos como Barcelona, Escorca, Gijón, La Palma, Lanzarote y Valle de Arán, y se encuentra certificando otros siete: Arona, Cataluña, Costa Barcelona, León, Paisajes Barcelona, Fuerteventura y Euskadi - Basque Country y los 6 destinos de que se compone.
La Cumbre Mundial de Turismo Sostenible de Vitoria-Gasteiz, organizada por el Instituto de Turismo Responsable, el GSTC y Basquetour, se enmarca dentro de la COP21 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) y cuenta con los auspicios de la UNESCO, el Programa MaB (Hombre y Biosfera), el Centro de Patrimonio Mundial, la Organización Mundial del Turismo (OMT), el Programa de las Naciones Unidas para el medio Ambiente (PNUMA), la Comisión Europea y la División de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Han participado el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Histórico-Artísticos (ICOMOS) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), junto con instituciones que investigan la eficiencia ecológica, la innovación, el cambio climático, la educación y la formación en desarrollo sostenible.
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